«¡Esta no es una tierra huérfana, es la tierra de la madre!»

El discurso del papa Francisco durante el encuentro con la población de Puerto Maldonado en el Instituto Jorge Basadre Grohmann de Madre de Dios, Perú. El tema: «Esclavitud para el trabajo, esclavitud sexual, esclavitud para el lucros»
Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas:
Veo que han venido no sólo de los rincones de esta Amazonía peruana, sino también de los Andes y de otros países vecinos. ¡Qué linda imagen de la Iglesia que no conoce fronteras y en la que todos los pueblos pueden encontrar un lugar! Cuánto necesitamos de estos momentos donde poder encontrarnos y, más allá de la procedencia, animarnos a generar una cultura del encuentro que nos renueva en la esperanza.

Gracias Monseñor David, por sus palabras de bienvenida. Gracias Arturo y Margarita por compartir con todos nosotros sus vivencias. Nos decían ellos: «Nos visita en esta tierra tan olvidada, herida y marginada… pero no somos la tierra de nadie». Gracias por decirlo: no somos tierra de nadie. Y es algo que hay que decirlo con fuerza: ustedes no son tierra de nadie. Esta tierra tiene nombres, tiene rostros: los tiene a ustedes.

Esta región está llamada con ese bellísimo nombre: Madre de Dios. No puedo dejar de hacer mención de María, joven muchacha que vivía en una aldea lejana, perdida, considerada también por tantos como «tierra de nadie». Allí recibió el saludo y la invitación más grande que una persona pueda experimentar: ser la Madre de Dios; hay alegrías que sólo las pueden escuchar los pequeños.[1]

Ustedes tienen en María, no sólo un testimonio a quien mirar, sino una Madre y donde hay madre no está ese mal terrible de sentir que no le pertenecemos a nadie, ese sentimiento que nace cuando comienza a desaparecer la certeza de que pertenecemos a una familia, a un pueblo, a una tierra, a nuestro Dios. Queridos hermanos, lo primero que me gustaría transmitirles —y lo quiero hacer con fuerza— es que ¡esta no es una tierra huérfana, es la tierra de la Madre! Y, si hay madre, hay hijos, hay familia y hay comunidad. Y donde hay madre, familia y comunidad, no podrán desaparecer los problemas, pero seguro que se encuentra la fuerza para enfrentarlos de una manera diferente.

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