Experiencias de CL Perú en la JMJ

Dos amigos de CL Perú, quienes participaron en la JMJ, nos han relatado sus testimonios de lo que ha significado estar presente en la jornada.

Pertenecer a algo grande
Participar en una Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) era uno de mis deseos desde hace varios años. Esta oportunidad era la más propicia por la cercanía dentro del continente. Al principio parecía ser fácil; sin embargo, ha sido necesario pedir mucho para que se diera. Algunos me preguntaron: «¿por qué quieres ir?». Al mismo tiempo, yo me pregunté: «¿por qué cientos de miles de jóvenes de todo el mundo se mueven hacia este encuentro?», y luego, me respondí: «porque me hace sentir la necesidad de pertenecer a algo grande, que sea signo de unidad, algo que todos quisiéramos experimentar».

Panamá ha sido realmente un hogar para mí por varios días. Mi grandiosa familia de acogida, los vecinos, las parroquias y hasta los hermanos de religiones diferentes tenían los brazos abiertos a los peregrinos. Me impactó saber que hasta los musulmanes también habían hospedado y, además, repartían agua en su puerta durante la jornada.

Cada día sucedían cosas que nos remitían a Él. Íbamos tres de nosotros caminando por la calle, cansados y preocupados por llegar a tiempo al punto de encuentro donde todos estaban ya esperando, después hemos exclamado: «¡y ahora cómo haremos!». En ese instante, entre tantos carros que pasaban, una pareja de esposos en su auto se detuvo al vernos y se ofrecieron llevarnos hasta la estación del metro más cercana. Así como ellos, una voluntaria que había estado esperando y no recibió a nadie en su casa, se comprometió llevarnos en su auto al lugar que necesitáramos. Asimismo, un vecino de la familia de acogida nos acompañó hasta el aeropuerto el último día.

Hemos vivido una fiesta llena de sonrisas, saludos y banderas, donde Cristo y su Madre fueron el centro con el lema «Hágase en mí según tu palabra». Y verdaderamente se respiraba su Presencia tanto en la alegría de los cantos como en los momentos de silencio: me impresionó mucho la seriedad con la que vivimos la exposición del Santísimo en la Vigilia con el papa Francisco. Fue un silencio que hasta se oían los grillos. Esa conciencia de estar de rodillas ante Él ha sido impresionante.

Los días de convivencia con el movimiento me han sorprendido por la familiaridad con la que nos hemos tratado, donde la amistad que surge es realmente una fraternidad. Los testimonios de cada uno de ellos, de cómo llegaron al movimiento y de cómo viven en sus países las circunstancias sociales y políticas, me han servido para reconocer con asombro que, a pesar de las diferencias, todos seguimos el mismo camino y que el Misterio se da para todos.

Finalmente, al despedirnos me ha provocado lo que algunos dijeron: «ya quiero regresar a mi país a abrazar la realidad». Esto me ha educado a querer apreciar las circunstancias en las que vivo. Ahora vivo con un poco más de conciencia de que Él quiere que yo esté aquí en esta ciudad, en este trabajo, por alguna razón. Es así como el fruto de la jornada en mi vida es también querer decir «hágase en mí según tu palabra».

Milagros, Lambayeque (Perú)



Estas personas tienen algo muy especial
Me sentí amado, acompañado y aceptado como soy, y también, me sentí nuevamente intrigado por saber qué es aquello que hace a estas personas tan especiales y tan buenas. Normalmente, me gusta hacer el ridículo y las personas no siempre me tratan bien porque no entienden mi sentido del humor, pero, con el movimiento he sentido que me querían y me aceptaban como era, incluso si no me entendían.

Esto me dio mucha confianza en mí mismo y durante los días con ellos tuve el valor de actuar y compartir pensamientos que casi nunca no comparto por miedo al rechazo. Me di cuenta que algunas ideas mías sí son buenas (ayudaban a la logística de las actividades), solucionaba cositas pendientes o hacía reír a los demás.

Me sorprendió mucho un amigo, que me abrió su corazón y contó aspectos íntimos de su vida cuando yo primero le comenté y lloré sobre algunas preocupaciones privadas y tristes personales. Me abrazó mucho en ese momento.

Ya he visto varias veces que encuentro personas así, que son la razón de mi interés en el movimiento. Pese a que no entiendo la definición de lo que es el movimiento (siempre que pregunto me dicen: «¿qué significa para ti?»), ni logro entender lo que dicen en las escuelas de comunidad (es que tampoco me preparo con las lecturas), pero me sigue atrayendo; por estas personas.

Si resumo por qué intento perseverar con el movimiento, diría lo siguiente: «Estas personas tienen algo muy especial, no sé qué es, pero yo los sigo para estudiar qué los hace especiales, porque también quisiera ser como ellos. Son muy buenos conmigo. Me quieren, y no sé por qué».

Gustavo, Lima (Perú)