La “portada” del TG2 RAI

En el día de los funerales de las víctimas del atentado de Nassiriya. Don Giussani escribe el texto de “Portada” que abre la edición de las 20.30h del Tg2 Rai. Lo proponemos como juicio para tomar conciencia de lo que está sucediendo en el mundo
Luigi Giussani

¡Qué horror!
¡Qué vergüenza!
«Ni el sol ya te alegra,
ni te despierta el amor».
El Llanto antiguo de Carducci custodia el misterio
de la muerte en el corazón de nuestra historia. Por ello,
Dante invoca a la Virgen para que la riqueza de una humanidad nueva, a través de su dolor de esposa y de madre, proclame la victoria del bien:
«En ti misericordia, en ti piedad,
en ti magnificencia, en ti se aúna
cuanto es bondad en la criatura».
Así, nos toca en lo más profundo del alma la conmoción
por el juicio que ha expresado delante de las cámaras la señora Coletta, esposa del brigada recién fallecido en Nassiriya.
«En ti misericordia», porque el hombre cae
sin saber dónde, cómo y cuándo.
«En ti piedad», porque el hombre es débil, contradictorio
y mortalmente frágil.
«En ti magnificencia», es el comunicarse de una fuerza victoriosa que arroja luz sobre el destino final.
«Bondad» es lo que mueve el hombre a obrar.
Volvería a brotar el canto de nuestro pueblo si el horizonte
de la actividad de la ONU fuera la educación del corazón de
la gente, en lugar del enfrentamiento mortal –como favorecen los que deberían aplacarlo– entre musulmanes y herederos
de los antiguos pueblos, ya sean hebreos o latinos. ¡Y esto constituiría la verdadera riqueza de la vida de un pueblo!
Si se diera una educación del pueblo, todos vivirían mejor.
El miedo o el desprecio de la Cruz de Cristo jamás proporcionarán la alegría de vivir que se expresa en una fiesta popular o en una reunión familiar.
El testimonio de Dante Alighieri se ha renovado
en el dolor de la señora Coletta:
«En ti misericordia, en ti piedad
en ti magnificencia, en ti se aúna
cuanto es bondad en la criatura».
don Luigi Giussani

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Ruini en los funerales
Algunos pasajes de la homilía del presidente de los obispos italianos y vicario del Papa para Roma, el cardenal Camillo Ruini
Queridos hermanos y hermanas: Jesús en el Evangelio nos ha advertido de que el criterio con el que seremos juzgados es el de un amor solícito, creativo, que sabe reconocer su misteriosa presencia en el más pequeño y necesitado de nuestros hermanos. Hemos escuchado con íntima conmoción las palabras de la esposa de uno de los caídos que, tras haber leído otro pasaje similar del Evangelio en el cual Jesús nos invita a amar también a nuestros enemigos, nos ha dicho con sencillez que su marido y ella habían hecho de esas palabras de Jesús la regla para su vida. Este es el gran tesoro que nada debe arrancar de nuestras conciencias y de nuestros corazones, ni siquiera unos terroristas asesinos. No huiremos ante ellos. Más aún, nos enfrentaremos a ellos con todo el coraje, la energía y la determinación de la que somos capaces. Pero no los odiaremos, aún más, no nos cansaremos de esforzarnos para hacerles comprender que todo el empeño de Italia, incluso su implicación militar, está orientado a salvaguardar y promover una convivencia humana donde haya espacio y dignidad para cada pueblo, cultura y religión. En esta circunstancia le pedimos a Dios con humilde confianza que afiance en nuestro ánimo la convicción y la certeza de que el bien es más fuerte que el mal y que incluso en nuestro mundo, marcado por el pecado, es posible con su ayuda construir condiciones de libertad, de justicia y de paz.